Se debe tranquilizar al paciente, sobre todo en relación a la evolución de la enfermedad, generalmente benigna. Se deben explicar las características de «desgaste articular» de este proceso. Es necesario insistir en que la aparición de una artrosis no significa que se vaya a progresar a una invalidez, sino que la evolución es lenta y en la mayoría de las personas poco agresiva. El curso puede ser enlentecido si se restablece el equilibrio entre los requerimientos mecánicos articulares y la capacidad funcional de la articulación. La educación sanitaria debe tener como objetivo enseñar al paciente a vivir de acuerdo con sus articulaciones y a evitar sobrecargas, corregir posturas incorrectas y realizar el ejercicio adecuado.
Medidas higiénicas y reposo
El reposo debe indicarse en los episodios de dolor como la primera medida. El reposo nocturno mínimo debe ser de 8 horas y es además recomendable intercalar durante el día períodos de descanso. La inmovilización prolongada, por contra, no está recomendada ya que favorece la progresión de la artrosis.
La disminución de peso en los obesos es muy aconsejable ya que mejora los síntomas. En la artrosis de rodilla puede ser muy útil la utilización de un bastón para descargar la articulación.
Fisioterapia
El objetivo es mejorar el dolor y la capacidad funcional articular. La fisioterapia se basa principalmente en el uso del calor y de un programa de ejercicios activos y/o posturales.
El calor que se aplique puede provenir de diferentes fuentes, como infrarrojos, diatermia, parafina líquida o bolsas de agua caliente. Su uso está contraindicado en aquellos pacientes que sean portadores de artroplastias con componentes metálicos o en aquellas zonas con irrigación deficiente o trastornos de la sensibilidad. Los métodos más elementales y baratos de aplicación del calor son tan eficaces o más que los caros y complicados.
En ocasiones, el calor puede incrementar el dolor. En algunos casos el frío aplicado localmente puede ser un buen analgésico.