La tiroiditis de Hashimoto se manifiesta clínicamente por un aumento difuso e indoloro de la glándula tiroides, asociado frecuentemente a cierto grado de hipotiroidismo en mujeres de mediana edad.
El aumento de tamaño suele ser simétrico y difuso, pero en algunos casos esta lo bastante localizado como para sospechar una neoplasia.
La evolución clínica habitual es hacia el hipotiroidismo, pero en algunos casos, es frecuente que al principio se manifieste como hipertiroidismo por la tirotoxicosis causada por la rotura de los folículos de la glándula, con la consiguiente liberación de grandes cantidades de hormona tiroidea.
Durante esta fase los niveles de T3 Y T4 se encuentran elevados, y la TSH baja, y la captación de radioyodo por parte de la glándula es baja.
Cuando sobreviene la etapa de hipotiroidismo, los niveles séricos de T3 Y T4 caen progresivamente, y la TSH comienza a elevarse. Los pacientes con tiroiditis de Hashimoto corren más riesgo de desarrollar linfomas de células B.