Los peligros y beneficios del uso de antidepresivos en niños y adolescentes continúan perfilándose.
Desde que en 2003 saltara la alarma porque el consumo de antidepresivos modernos parecía incremetar el riesgo de ideas o comportamientos suicidas entre esta población, vienen sucediéndose estudios, revisiones y metanálisis para obtener datos cada vez más precisos sobre la realidad de sus efectos.
Jeffrey A. Bridge y David A. Brent -de la Universidad Estatal de Ohio y de la Universidad de Pittsburgh (ambas en EEUU) respectivamente- y su equipo han revisado los ensayos clínicos sobre el uso de antidepresivos en población infantil para el tratamiento de la depresión mayor, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y otros trastornos de ansiedad.
Es la primera vez que se evalúan los riesgos en la población infantil y juvenil en patologías diferentes a la depresión mayor.
Las conclusiones confirman que los antidepresivos aumentan levemente el riesgo de pensamientos de suicidio pero no de forma significativa y no hay datos sobre suicidios consumados porque son muy raros. Se han encontrado evidencias de un pequeño incremento del riesgo de tener pensamientos suicidas e intento de suicido».
Pero matizan que «menos del 1% de los niños que han tenido ideas de suicidio lo han intentado. Y ninguno ha conseguido consumarlo».