La anemia viene definida por una disminución de la concentración de hemoglobina (Hb). Esta cifra es el parámetro más fiable; consideramos anemia en los adultos cuando la Hb es < a 13 g/L (hombres) y < a 12 g/L (mujeres), en los niños varía según la edad, de los 6 meses a los 6 años hasta el límite inferior de 11 g/L y de 6 a 14 años es de 12 g/L.
El hemograma obtenido mediante los autoanalizadores hematológicos actuales, proporciona los parámetros de la serie eritrocitaria como son: el recuento de hematíes, la hemoglobina y el hematocrito, que se relacionan entre sí mediante los llamados índices eritrocitarios; el volumen corpuscular medio (VCM) es el valor medio del volumen de cada hematíe que ofrece automáticamente el aparato, un valor bajo (< 82 fL) equivale a una microcitosis y un valor elevado (>98 fL) equivale a una macrocitosis.
El tamaño de los hematíes es un dato fundamental en el diagnóstico de una anemia y su alteración puede, en ocasiones, producir un descenso en la cifra de hematíes. La hemoglobina corpuscular media (HCM) se refiere a la cantidad de hemoglobina que contiene cada hematíe, se determina dividiendo el valor de la concentración de hemoglobina en sangre total y el número de hematíes.
La concentración de hemoglobina corpuscular media (CHCM) se obtiene dividiendo la cifra de Hb por el hematocrito, su determinación mediante contadores automáticos es de escasa utilidad clínica. La amplitud de distribución de los hematíes (ADH) se obtiene a partir del volumen eritrocitario (curva gaussiana), proporcionando una medida cuantitativa de las variaciones de tamaño de los hematíes circulantes (anisocitosis). El estudio morfológico de los hematíes mediante una extensión de sangre periférica aporta datos adicionales para valorar un síndrome anémico.