El etanol es un alcohol alifático que se absorbe rápidamente a nivel del estómago, es hidro y lipo soluble por lo que tiene una amplia distribución en todos los tejidos del organismo.
Se metaboliza a nivel hepático, donde es oxidado a acetaldehído por la enzima alcohol deshidrogenasa.
El sistema nervioso central es especialmente afectado por el alcohol, debido a su alta liposolubilidad el alcohol es capaz de penetrar la capa lipídica de la membrana celular neuronal y ejercer su acción en este sitio. Interactúa fundamentalmente con dos tipos de receptores: gabaérgicos y glutaminérgicos. Estimula los receptores gabaérgicos que cumplen función inhibitoria, e inhibe a los glutaminérgicos que cumplen una función exitatoria, de ello surge el efecto depresor global del alcohol sobre el sistema nervioso central.
Por otra parte, el consumo crónico de alcohol se acompaña de malos hábitos alimenticios y trastornos digestivos disabsortivos que determinan un estado carencial global con desnutrición proteica y carencias vitamínicas múltiples. De esta últimas se destaca la carencia de tiamina (vitamina B1), la cual es responsable de varias complicaciones neurológicas del alcoholismo, como son las polineuropatías periféricas y la encefalopatía de Wernicke-Korsakoff.