El cirrótico no complicado tiende al meteorismo, a un ritmo irregular de deposiciones y presenta cierta dificultad digestiva. La dieta deberá adaptarse a estos problemas: a) evitar los alimentos flatulentos, así como los guisos de larga digestión; b) seguir una dieta astringente durante los días en que aparezcan diarreas, y c) la base será seguir una alimentación saludable, normoproteica, adaptada a la disminuida actividad física que realice el paciente.
Las complicaciones con traducción dietética son la ascitis y la encefalopatía hepática. Durante una ascitis, el cirrótico seguirá una dieta hiposódica bastante estricta (de unos 1.000 mg de sodio al día), así como una limitación en la ingesta hídrica. A menudo, se indican diuréticos y sales de potasio. Se impone el control del ionograma periódicamente
La encefalopatía hepática del cirrótico, con anastomosis portocava o sin ella, requiere una dieta hipoproteica. La cantidad máxima de proteínas a administrar oscila entre 25 y 50 g día, según la tolerancia. El resultado clínico suele ser bueno a corto plazo, pero provoca una disminución aún mayor de la albúmina plasmática. Muchos autores recomiendan suplementar por ello estas dietas hipoproteicas con aminoácidos especiales, los ramificados (isoleucina, leucina y valina), los cuales contribuyen a la nutrición proteica y no provocan encefalopatía.